UN
MUNDO EN PAZ
¡La
Justicia y la Paz se besan! (Salmo 85, 10)
Resuenan en
mi cabeza y en mi corazón estas palabras del Salmo 85; y es que la Justicia y
la Paz son inseparables. La Paz no puede existir, y no puede ser plena ni
duradera, si no hay Justicia. Jesús obró en coherencia en su vida para
conseguir un mundo más Justo, un mundo en Paz ¿Lo hacemos nosotros también?
Hoy hablar
de Paz nos resulta muy complicado, casi imposible, más aún al tener tan presente
el conflicto armado entre Ucrania y Rusia (aunque existen muchos más conflictos
alrededor del mundo). Actualmente, cuando hablamos de Paz, la entendemos
únicamente como ausencia de guerra; sin embargo, es un concepto mucho más
amplio, que incluye hablar de Justicia, y nos debe conducir a ser capaz de
gestionar cualquier tipo de conflicto, intentar resolverlo y transformarlo. Podrán
dejar de existir las guerras, pero mientras en el mundo no se respeten los
derechos, ni existan condiciones dignas para todas las personas, es imposible
que hablemos de Paz. Cómo va a existir Paz, si en el mundo una persona muere de
hambre cada cuatro segundos, si el 99% de la población mundial posee menos
riqueza que el 1% restante, si existe discriminación, violencia (física,
verbal, de género), contaminación, explotación laboral, trata de personas,
corrupción, racismo y un largo etcétera.
¿Qué podemos hacer? La Paz verdadera, nos debe llevar a ser
capaces de resolver los problemas sin violencia, a detenernos para intentar
transformar las injusticias que rodean nuestros ambientes a nivel particular y
global, a que todo el mundo tenga cubiertas sus necesidades más básicas y también
aquellas que afianzan la autoestima y autorrealización como personas; y todo
ello, dentro de unos parámetros de justicia social, partiendo del diálogo
social, de la comprensión, sin abusos de poder, donde las relaciones se basen
en el respeto, la solidaridad, el diálogo y la cooperación. La Paz busca amar y
tratar con dignidad a los demás igual que lo hacemos con nosotros mismos, no
quedar indiferentes ante el sufrimiento y la necesidad. Por tanto, la Paz debe
ser un proceso de construcción y compromiso constante, y es responsabilidad de
tod@s. NO podemos esperar que los problemas se resuelvan por sí solos, es una
cuestión de Justicia el movilizarnos y actuar para construir un mundo más humano.
Así podrá existir una Paz verdadera.
Dios se hace humano para ayudarnos a conseguir esa Paz, nos
muestra que tenemos los medios para conseguirla. Con su nacimiento, nos rescata
de la violencia, del odio, de la injusticia, nos invita a ser más humildes, más
empáticos, y más serviciales con los demás. Hagamos sitio a
Dios en nuestros corazones. Empecemos a construir un Mundo en Paz
desde hoy.
José Angel