¿ LA FAMILIA AL MARGEN DE LA ESCUELA ?

29.01.2019

Durante las últimas décadas la vida de las familias ha cambiado radicalmente; los horarios de trabajo actuales, así como la incorporación (afortunada) de muchas madres al mercado laboral, han llevado a que la escolarización de los niños se inicie cada vez a edades más tempranas. A pesar de la influencia de agentes como la TV, internet o la calle en la formación de los hijos, la mayor parte de su vida hasta la adolescencia, transcurre en el ámbito familiar y escolar. Y no es posible educar acertadamente en los centros educativos, si estos no establecen complicidad con las familias.

A los docentes no les queda otro camino para lograr el éxito educativo que contar con los padres para que exista coherencia entre lo que se hace en casa y en la escuela. Pueden encontrarse mensajes contradictorios o mucha distancia entre lo que se enseña en la escuela y en casa. En la medida en que las dos instituciones socializadoras que educan más directamente a los niños vayan a una, el proceso educativo será más efectivo.

Sin embargo, la participación real y efectiva de las familias es todavía una asignatura pendiente en nuestros centros educativos. Por otro lado, ésta va disminuyendo a medida que los chicos crecen y van pasando a las últimas etapas educativas.

Existen distintas maneras de participar en la escuela:

De forma individual: me acerco al centro educativo y pregunto por el comportamiento y las notas de mi hijo. Se hace, y es una muestra de que a todos los padres les preocupa la educación de los hijos, esto es incuestionable.

De forma colectiva: nos referimos a la colaboración e implicación efectiva de los padres en el centro, y que debiera ir más allá de la organización y asistencia a actividades lúdicas, que también es positiva por supuesto.

Sin embargo, los propios padres manifestáis que cada vez cuesta más conformar AMPAS, y cuando existen, cuesta «Dios y ayuda» tener una reunión a la que acuda un número significativo de padres; cada vez más cuesta que haya padres y madres dispuestos a presentarse a Consejos Escolares, comisiones de trabajo. . . Parece que todo pueda resolverse a través de los grupos de «whatsapp» (¡cuántos malos entendidos!).

Desde este artículo queremos reivindicar el papel del AMPA: es la que tiene estrecho contacto con todos los padres y madres del alumnado, se comunica con profesorado y equipo directivo del centro, puede y debe plantear ideas y experiencias, puede intercambiar opiniones, buscar junto al profesorado soluciones y mejoras en la gestión del Centro, debe promover el debate y la toma colectiva de decisiones, potenciar la participación directa de los padres en el aula (en infantil sí se hace), crear escuelas de padres. . .

Por supuesto, es imprescindible que padres y profesores eliminen prejuicios y tengan presentes ciertas actitudes para que la colaboración y la comunicación sean posibles. Tendrían que escucharse y preguntar. Dice Josef Ajram, a veces «no escuchamos para entender, escuchamos para contestar»; dice Fernando Botella «las preguntas nos permiten huir de las creencias previas si no nos son útiles. Nos dan la posibilidad de conocer nuevas formas de resolver algo»

Los cambios sociales que se están produciendo no nos permiten continuar educando de la misma manera que hemos venido haciéndolo en tiempos pasados.

La familia no puede estar al margen de la escuela.